martes, 20 de marzo de 2018

TODOS PODEMOS SER SUS OJOS

Hola gente, hoy quise ponerme de alguna manera en el lugar de las personas de quienes iba a escribir, pensando que sería lo más adecuando tratar de ponerme en sus zapatos, pero fue prácticamente imposible hacer cualquier cosa durante esos menos de 2 minutos que me duró la gracia. Entonces, solo me quedó empezar a escribir sobre una gran iniciativa que involucra dos de los temas que más me apasionan, la responsabilidad social y el running.
Ellos son (para los que aun no los conocen) Asociación "Yo soy sus ojos" - Escuela de Atletas Invidentes, asociación de voluntarios sin fines de lucro que trabaja en la inclusión social de personas con discapacidad visual, y que maneja una escuela donde se entrena a atletas invidentes, de baja visión y donde también forma a sus Guías, quienes les dan apoyo en las carreras.
Si algún día han participado o ido esperar a algún amigo o familiar a una carrera en Lima, es muy probable que hayan visto a algunos chicos y chicas corriendo juntos y amarrados a una mano por un cordón. Pues ellos son, el atleta y su guía.
Esta escuela nace por iniciativa de un grupo de atletas de diferentes grupos de corredores, los que se unieron por este sueño de la inclusión deportiva de los atletas con discapacidad en el país, y que con el apoyo de PERU RUNNERS, lanzaron en agosto del 2015.
Hoy ellos entrenan en el Estadio Municipal de San Isidro, gracias a un convenio con el área de deportes dicha municipalidad Municipalidad de San Isidro, quienes ofrecieron sus instalaciones para los entrenamientos que realizan los martes y jueves de 7.00 pm a 9.00 pm. En algún momento, mi amigo Jose Manuel Jurado, su presidente, me ha invitado a entrenar con ellos, aunque debo admitir que he fallado, pero me reivindicaré.
Dentro de sus primeros logros se consiguió iniciar ya hace unos años, en la tradicional Media Maratón de Lima, en donde por primera vez se contó con categoría de invidentes, y luego en la Media Maratón RPP, donde se consiguió tener a 23 atletas invidentes y 8 en silla de ruedas. Desde ahí, la presencia de estos atletas es más que fija en cada carrera importante de la ciudad de Lima y en el extranjero.
Aunque ya cuentan con algunas empresas privadas que apoyan el proyecto, se necesita mucho más para hacer que esto crezca y que estos chicos tengan mayores oportunidades, ya que esto también es parte de su rehabilitación y proceso de inserción en la sociedad.
Y no solo se necesita apoyo con dinero, sino que se necesitan voluntarios para ser guías, los que son pieza fundamental. Cualquier runner se puede convertir en un guía para estos deportistas, definitivamente es algo muy gratificante y de mucho aprendizaje.
Además, yo he visto a varios atletas de la escuela que son unos aviones, tanto así que algunos participaron en las para-olimpiadas de Río, y ahora van por Lima 2019 y Tokio 2020. ¡Una locura!
Aunque nos queda clarísimo que ellos no necesitan ver para lograr sus objetivos, SI NECESITAN QUE LOS VEAN. Que los vean las empresas privadas y todo aquel que quiera sumarse y poder hacer sostenible este proyecto.


Conozcan un poco más de ellos en su página Asociación "Yo soy sus ojos" - Escuela de Atletas Invidentes, de verdad que vale la pena.




lunes, 10 de abril de 2017

El Club de la Pelea


Brad pitt y Edward Norton juntos en una película memorable, al menos para mi.
Si no las has visto, es el momento.
Pero este post no trata sobre cine, ni actores hollywodenses, pero para poder entender mucho mejor lo que les quiero contar, esta película ayudará.
Edward interpreta al personaje estelar , que es un oficinista de una empresa automovilística un tanto aburrido por su trabajo y que sufre de insomnio. Para superar este problema, acude a distintos grupos de apoyo. En un viaje de negocios, conoce a Tyler Durden (protagonizado por Brad Pitt). Por diversas situaciones que se presentaron, el personaje de Edward Norton y Tyler Durden frecuentan más. Con el paso del tiempo, crean juntos “el club de la Pelea” ubicado en el sótano de un bar. Este grupo de personas rechaza lo establecido y utilizan la violencia de las peleas entre ellos para perder el miedo al sufrimiento emocional, dolor físico, rechazo de la gente o hasta liberar el estrés, etc. En fin, no se las voy a contar, pero es un peliculón
Una se las cosas que me llamó en esta película, fue como este club fue creciendo en integrantes día a día en todo Estados Unidos, creando códigos, identificación, complicidad y mucho apoyo entre ellos.
Algo muy parecido a lo que pasa hoy con los runners, como dicen por ahí: Están en todas partes.
Hace un tiempo salí con las chicas a almorzar a un restaurante carnes, buffete buenísimo. Era sábado y todo estaba repleto y este restaurante no era la excepción, pero las chicas querían almorzar ahí de todas maneras, así que había que esperar, anotarse en la lista de espera y aguantar.
Luego de unos minutos sentí que alguien me estaba mirando desde dentro del restaurante, al voltear vi a un hombre elegantemente vestido con un terno oscuro, de buen porte y bien peinado. Me parecía conocido pero no estaba seguro.
Después de un rato y luego de tratar de recordar su cara nos acercamos y saludamos ( era obvio que nos conocimos y el ya me había reconocido ).
Mientras me hablaba trataba de relacionar lo que me decía con su cara, hasta que ¡ya!, un runner pues.
Conversamos, me dio su tarjeta y nos dió una manito en la lista de espera, y tuvimos atención especial.
Esta es una anecdota de muchas más en las que un runner, aun sin ser amigos cercanos y solo con saber que tienes el mismo grado de locura, me da una mano o busca ayudar.
Si pues, los runners somos una gran familia, y así como en la película, estamos en todas partes y nos reconocemos al ver las zapatillas, el reloj, la caminada o porque nos cruzamos en carreras y entrenamientos por cualquier parte de Lima (El facebook, herramienta fundamental).
Amigos policías, taxistas, médicos, chef, gerentes, artistas, políticos, desempleados, agentes de seguridad, etc.
Y justo me viene a la mente un buen amigo que conoci hace un par de años. Mi oficina quedaba en una esquina, y al frente había un estudio de abogados. En la entrada siempre podias ver a un agente de seguridad. Por costumbre comenzamos a saludarnos y a veces, como suelo hacerlo, salia a la hora de almuerzo a correr y el me veía, hasta que un día se me acercó y me dijo: ¿cómo estás? ¿cuanto corriste hoy? Yo también soy runner.
Desde ese día nos hicimos amigos y todos los días nos tomamos unos minutos para conversar sobre nuestros entrenamientos o carreras. El estaba preparándose para correr su primera maratón y estaba emocionado. Me dijo que empezó a entrenar con los chicos de Endurence Team, con Oliver Landeo Carranza y cada día se sentía mejor. Nunca corrimos juntos pero se creó una buena relación. Una sola vez nos encontramos en una carrera y casi no lo reconozco sin su uniforme marrón y su gorrito, acostumbrado a verlo de civil.
Hace unos meses mi empresa se mudo de local y ya no lo he visto pero uno de estos días me voy a dar una vuelta por ahí para ver en que anda y me deje estacionar en los sitios reservados para los abogados y clientes de su chamba. Somos runners pues
Otras de las cosas que nos identifica, es el respeto por los compañeros. Si vamos en carro y vemos un ciclista o runners, parámos, le damos espacio y preferencia, siempre nos fijamos y tenemos a los deportistas en nuestro radar así como los lugares por donde podría aparecer uno. A Gina, que anda en carro todo el día, logré cambiarle el chip... bueno ahí vamos avanzando.
Una de las anecdotas más graciosas me pasó en un supermercado. Un día voy a comprar un par de cosas y mientras camino por los pasillos siento que alguien me sigue. Miro de reojo y era una persona de seguridad, esos que tienen sus radios, audifonos y están siempre atentos.
Normal, todo bien, pero después de un par de vueltas seguía detrás mio. Pensé: "me volvió la cara de choro", no lo quería ni mirar para que piense que andaba relajado, cosa que era mentira. Luego, llegué a la caja y veo que el agente de seguridad me mira y se rie mientras conversa con un colega. No había hecho nada pero sentía que iba a terminar preso.
Al salir yo miraba hacia otro lado haciéndome el distraido pero pasó lo peor, el agente me detiene y me pide la boleta, le pregunto: todo bien? Y me responde: todo bien, buena carrera la semana pasada, te estuve siguiendo pero te me escapaste.
Inmediatamente suspiré aliviado, nos reimos, nos dimos la mano y me fui riendo.
Lo he visto una vez más por ahí y nos saludamos a lo lejos con una risa cómplice.
Podría contar muchas anécdotas muy buenas que me ha dejado este lindo deporte y que seguro seguirán ocurriendo, porque los runners (y la mayoría de deportistas) estamos en todas partes, y somos gente BRAVAZA. El verdadero club de la pelea.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Motivación Infantil...


Iquitos, Marzo de 1986, tarde de lluvia, truenos y relámpagos. Mis papás no me dejaban salir a jugar por la lluvia, entonces traje a mis amigos a la casa. Canchita, gaseosa, chocolates y ROCKY I.
Tal vez haya sido una de las películas que más haya influido en mi infancia, y la cual podría ver cada cierto tiempo sin aburrirme. Cada vez le saco algo nuevo.

Momento clave, Rocky entrenando para la pelea, sin recursos, pateando vacas en la carnicería del cuñado, peleando o saltando soga en el gimnasio del barrio y por supuesto la mítica corrida con trepada de escalera y saltito ganador brazos arriba.

Imposible olvidar ni dejar de sentir la adrenalina que esas escenas causaban en mí,
Luego llega la pelea, Rocky pierde, queda medio desfigurado pero gana el respeto de todos.
Al terminar la película, mis amigos y yo quedamos en silencio por un momento, nos miramos y dijimos “Vamos a correr”!!!

Obviamente seguía lloviendo, ya había oscurecido y no nos  iban a dejar salir pero quedamos en encontrarnos por la mañana. Emocionado fui a mi cuarto a sacar la ropa para correr, las zapatillas y a la cama (con la ropa puesta), la emoción no me dejaba dormir pero al fin caí.

Por la mañana, muy temprano ya estaba parado en la cocina listo para preparar mi desayuno, pero después de ver Rocky I no podía tomar un desayuno normal, tenía que meterle su buena dosis de “Huevos crudos”, sino no iba a estar completamente listo para el entrenamiento.

En ese momento tenía entre 6 y 7 años y con mis grupo de amigos parecíamos más un grupo de pirañas, era muy divertido.

A la hora pactada nos encontramos en la puerta de mi casa aun con la emoción. Mis papás miraban por la ventana y no podían evitar reír un poco, de hecho cada vez que recuerdo esa escena no puedo evitar sonreír.

Empezamos con un poco de estiramiento, 2 planchas, 10 abdominales, saltito por aquí, saltito por allá, pique corto y a correr!

La verdad, habrán sido entre 8 a 10 cuadras bien corridas respirando por la boca, a la mayoría nos vino un hincón al lado del estómago y nuestras caras ya nos se veían tan motivadas. Se supone que íbamos a correr un poco más pero hasta ahí duró la emoción. ¿Quién saca la pelota?, se acabo el running  por un buen tiempo pero como primera experiencia fue muy divertida.

Ahora con toda la tecnología, vemos videos motivadores, gente contando sus experiencias y competencias en tiempo real, pero Rocky I sigue siendo un buen pretexto para recargar energías, siempre.

Hasta el día de hoy no volví a desayunar huevo crudo, de hecho corro unas cuantas cuadras más, pero cada vez que me junto con los amigos a entrenar por la mañana, siento aun esa sensación que motiva. Eso es lo bonito de este deporte, también.



Como diría mi amigo Rocky Balboa: “Seguir cuando no puedes más es lo que te hace diferente a los demás”



martes, 11 de junio de 2013

Oído a la música...!

Cuando estaba en el colegio tuve una época en que salía a correr algunas vueltas al parque de mi casa, pero aún me costaba un poco porque la verdad me aburría al rato.
Un día se me ocurrió llevar música y saqué mi walkman casetera con esos audífonos de metal con 2 bolitas de esponja que a duras penas se aferraban a las orejas, pero definitivamente la sensación era otra.

Arranqué escuchando uno de los primeros cassettes que me regalaron mis papás, uno de Gun´s And Roses. Le di un millón de vueltas, jalaba todos los bimestres inglés pero que rico me salían los coros de “Welcome to the Jungle”, era ese el momento cuando trepaba la adrenalina y me faltaba poco para subir árboles, en esa época era parte del vacilón.

Tiempo después a mi hermano le regalaron un discman y obviamente como yo era el mayor, me lo apropié. Gracias a este aparato aprendí a correr sin dar saltitos porque sino, se cortaba la canción o se pasaba al siguiente tema. Depurando la técnica.
Otros deportes hicieron que me aleje del running y por suerte para todos, del canto.
Tuvieron que pasar alrededor de 15 años para que “gracias” a una lesión futbolística volviera a las pistas, me costó volver porque la lesión a la rodilla demoró un poco en salir de mi cabeza, pero cuando agarramos vuelo, todo cambió. Inmediatamente adquirí un mp3 y le metí todas las canciones que pude encontrar, a la hora de entrenar era buenazo porque me tomaba mi tiempo buscando una buena canción y me entretenía. En mi aparato tenía desde el recordado Gun´s and Roses hasta Yola Polastri. Le metía todo el volumen hasta entumecer las orejas, de verdad lo disfrutaba y me metía en mi mundo, una de las cosas que más disfruto de correr.

Muchas veces la gente pensaba que me había vuelto un sobrado porque me pasaban la voz, me gritaban y yo ni los miraba; la razón fue que había cambiado los audífonos de esponja por los más pequeños que pude encontrar, llevando el cable bajo el polo, si no te fijas bien, no te das cuenta que los llevo y por eso una vez un amigo me lanzó una botella de plástico en la cabeza para que le haga caso y a otro se le ocurrió pasar al lado mío en su carro y tratar de bajarme el short… cada personaje.
Pero yo seguí corriendo, hasta que llegó mi primera competencia y me di cuenta que necesitaba depurar un poco mi música. Tengo que admitir que esa canción de Luis Miguel en mi mp3 pudo volverme loco en el km 15 de la  media maratón de Lima, mi primera carrera. Pero cuando comenzó a sonar un tremendo tema de ACDC en los últimos kilómetros empecé a correr como loco, me metí un tiempazo y no paré más en este deporte. Tampoco volví a escuchar a Luis Miguel .

De las 500 canciones en mi mp3 quedaron 20, bien seleccionadas y exactas para cada tipo de entrenamiento, paso easy, tempo, cambios, fondo y un poco para la locura. Aunque una vez, preparándome para una 10k, me pegué con una canción y durante 2 meses sólo corría con ese tema. El día de la competencia tenía esa canción y nada más. Me metí un carretón, hice mejor tiempo del que tenía planeado pero le tuve que decir adiós a otro artista más.

Así pasaron muchos grupos, canciones y carreras, pero poco a poco comencé a dejar la música. Entrenar con amigos, con otra gente, en otros lugares que comenzaron a cambiar un poco mi forma de correr. Aún le pongo música a mis entrenamientos y a algunas carreras, pero el día que corrí 80km sólo con mi cabeza, descubrí que también es divertido correr conmigo.


Pero que divertido es correr a veces creyéndote un rock star.



lunes, 4 de febrero de 2013

No me va a doler, no me va a doler...


Por fin llegó el día, después de mucho sacrificio físico y mental al final ves los frutos al cruzar la meta después de 80 increíbles kilómetros. Hace un año lo veía imposible, y hoy se hizo realidad. Sólo bastó que un buen amigo diga: “Si puedes, hasta que se te caiga la cara”,  para creer que era posible y meterme en la cabeza que esos 80 km eran míos.

Días antes arrancaron los nervios, la ansiedad por estar parado en la línea de partida y salir por esa Ultra de una vez, cuidando la comida, la hidratación, las piernas y sobre todo la cabeza.
Entre broma y broma, y para relajar el ambiente, empezamos a meterle presión a los compañeros. Obviamente cualquier intensión de ponerlos nerviosos se convertía en seguridad y fuerza, éramos un equipo e íbamos con todo. Fuimos por todo, con todo.

Todo empezó de madrugada y yo no paraba de mirar la cara de los demás corredores para tratar de convencerme que ellos estaban igual o más nerviosos que yo; conversábamos mientras nos íbamos preparando, sin darnos cuenta faltaban sólo minutos para arrancar lo que habíamos esperado por meses! Ya no sabíamos qué comer, tomar o untarnos, definitivamente a mi me falló eso último y algunas cosas más: Nunca me puse la música, no me cambié la ropa, sólo las zapatillas para la última vuelta, pero no le pasé el chip de las otras, a la siguiente pasada me puse el chip y por suerte no había cruzado ningún sensor, faltaban unos 16 km y no podía creer que al final no me iba a marcar el tiempo… sólo a mí.

La largada se dio y se acabaron los nervios, los fuegos artificiales anunciaban un día memorable, de fiesta. Para mi también se acabó la planificación, la cautela me duró media vuelta ya que al ver a mis amigos volando adelante, no pude controlar el impulso y comencé a apretar. Para la segunda vuelta me dio el alcance mi amigo “el panadero” Mosto,  que a punta de patadas y gritos me hizo subir el ritmo. Fuimos con todo acercándonos cada vez más a los de adelante, el cuerpo respondió y me sentía bien. Definitivamente las que no estaban bien eran las sangronas que desde el km 15 ya lloraban y manchaban mi polo de rojo, luego de un poco de crema se fue el dolor y simplemente me olvidé de eso. Totalmente concentrado en cada kilómetro, disfrutándolo de verdad, disfrutando de cada amigo que cruzaba en el camino, que alentaba o hasta apoyaba con la hidratación (Gracias Víctor y la señora de las naranjas).

La familia y los amigos en el punto de transición apoyando, mi hermano con las fotos, mi novia con el video y ese aliento que me daba fuerza a cada pasada. No necesitaba más, todos de mi lado y disfrutando conmigo de esto que me apasiona tanto.

Ya íbamos más de 50km y seguíamos enteros, la cabeza, el cuerpo…..  pero más o menos por el km 60 empezaron los calambres, me dejaban seguir corriendo después de una buena estirada pero ya jugaban en contra de mi concentración, trababa de no pensar en eso pero la sensación de calambre aparecía  por ratos y definitivamente me hizo bajar el ritmo, pero la verdad no me importó mucho porque estaba completamente seguro que terminaría la carrera y eso me permitió seguir lo que me quedaba de camino con una sonrisa en la cara, empujando a los que se iban quedando. Vi a algunos lesionarse, otros abandonar y a algunos no abandonar nunca: Que tal tío César!.

La verdad hasta un día antes  de la carrera, tenía pensado hacer lo máximo por llegar en 9 horas, o menos de 10 horas, con eso estaba contento, pero hice 8 horas y con la sensación de haber podido hacer mucho menos tiempo con una mejor preparación y estrategia de carrera. Ahora ya lo sé y el otro año nos vamos por la revancha como sea.

Los últimos metros de la carrera fueron increíbles, empezar a ver el arco de llegada, buscar con la mirada a mi gente, la sonrisa que se me salía de la cara (que no se me cayó nunca) y la sensación de haber cumplido un nuevo reto en mi vida, tal vez no sean los retos que mucha gente espera o están acostumbrados a buscar, pero aunque esto no me de premios ni plata, me hace ganar mucho más que eso, y es algo mío que se queda acá para siempre.

Días después de la competencia y luego de ver las fotos y videos, me di cuenta de algo. No sólo eran 80 km, era mucho más que eso, mucho más que 8 horas corriendo. Fueron días, semanas y meses compartiendo con gente increíble horas de entrenamiento en la pista, el cerro, la arena, la carretera, el mar y hasta la selva, con sus animales, o donde se nos ocurría entrenar. Llamadas y mensajes en la madrugada para no quedarse dormidos, nuevos amigos que fuimos haciendo en el camino y una energía terrible de cada uno, para cada entrenamiento. Grandes compañeros, algunos también alcanzaron esos 80 km, otros en postas y otros empezaban a preparase, pero al final todos sentimos que lo hicimos mucho mejor de lo que esperábamos, ¿o no?.

Ahora luego de un buen descanso, aunque cuesta recuperarse, voy poco a poco porque ya tengo metido en la cabeza el próximo reto al que definitivamente le vamos de nuevo con todo, y es más que seguro que lo haremos bien y lo disfrutaremos al máximo como siempre, sin rendirnos: durante los entrenamientos, en la carrera y por supuesto en los terribles Post competencia.


Acá les dejo un video para esos que nunca se rinden...

http://www.youtube.com/watch?v=NA40xTToito&feature=share

jueves, 27 de diciembre de 2012

La señorita de la farmacia


Conversando la vez pasada con un buen amigo chileno sobre nuestra próxima participación en la Yumax 80k de enero, hizo un comentario que me causó mucha gracia y en el que nunca me había puesto a pensar.

¿Qué pensarán los vendedores de la farmacia cuando vamos a comprar vaselina?

Y más aun cuando vas siempre a la misma farmacia y te atiende la misma señorita. Esa señorita que te ve llegar los fines de semana en la mañana en busca de un buen desinflamante, con cara de dolor y sin poder caminar bien después de un fondo demoledor. Y si apareces con 2 líneas de sangre en el polo (peor si es blanco), ahí si todo se pudrió.

Señorita, ¿Me vende vaselina?. Mientras la señorita busca el pomo más grande, va analizando la situación y la indumentaria: Vibidí, short cortito, zapatillas de colores... si lo pensamos bien, es una situación un poco extraña no?.
Y si no es así, entonces no entiendo por qué muchas veces escucho en la calle mientras corro un sonoro “SAOOOO…” de algún conductor de camión o de algún grupo de trabajadores de construcciones. ¿Tan raro se ve?. A veces me quedo pensando y me preocupo, ¿estaré escogiendo bien mi ropa o el problema es mi estilo al correr?.  Por favor, díganme que si les ha pasado.

En navidad mi hermano me regaló un buen kit de artículos para correr, entre ellos un producto que me pareció buenísimo, un bloqueador solar en barra que también sirve para evitar escaldaduras. No lo conocía y es un éxito. Pero cuando le conté a un amigo que no corre sobre este regalo, me miró con la misma cara de la señorita de la farmacia. ¿?

“¿Te regalanen navidad cremas para evitar escaldaduras?, ¿qué te está pasando compadre?”

Pero este tipo de cosas de verdad son divertidas, y son las que hacen de este deporte algo especial. Además, tenemos personalidad, no cualquiera hace lo que hacemos, o no?. 


miércoles, 5 de diciembre de 2012

De Tarapoto su Carrera – Parte 2


Cuando tenía  alrededor de 5 años, me fui a vivir a Iquitos. Por el trabajo de mi papá toda la familia tuvo que emigrar. De lo que recuerdo de esos 3 años, el 99% fue diversion; jugar, conocer, jugar, aprender, jugar, jugar, jugar…

Era un terreno nuevo, pasé de vivir rodeado de mar a vivir rodeado de selva y me gustaba. Era un lugar apartado, a donde sólo se podía llegar en lancha desde el Puerto de Belén, viajando aproximadamente 30 minutos
Mi colegio quedaba en la ciudad y ese trámite de ida y vuelta lo hacíamos todo los días, era muy divertido, especialmente en los días de lluvia (mi mamá no se divertía tanto la verdad).

Si bien era muy pequeño en esa ápoca, vi bastante, recorrí muchas trochas sin polo y con mis botas de jebe; conocí gente con la que seguro me divertía mucho, siempre me quedó esa sensación combinada con muchas imágenes, aparte de lo que me contaron mis papás. Podía sentarme en la entrada de mi casa y ver monos saltando de árbol en árbol, sapos de todos los tamaños, iguanas caminando libremente por los jardines, hormigas enormes (desde esa época ya sabía que no me iban a llevar cargado), relámpagos y rayos que iluminaban todo el cielo y lluvias interminables que permitían que mi hermano y yo inventemos juegos para no aburrirnos porque cuando llovía mucho se iba la luz. Lo mejor de esas lluvias eran los días de asueto en el colegio por inundación, más tiempo para jugar; ya se por qué no tengo muchos recuerdos del colegio.

Todo esto me vino a la mente recorriendo el km 13 de la AFR. Fue un momento en que dejé de estar rodeado de árboles y vegetación, para poder apreciar la majestuocidad de los montes en un paisaje indescriptible.
Recordé mis paseos de niño por poblados, las serpientes e iguanas que se me cruzaban camino a la casa de algún amigo o las lluvias que nos cogían en la piscina (eso sí era divertido). Fue ahí cuando sentí que 2 momentos de mi vida linkearon perfectos, separados uno del otro por casi 30 años, pero que le dieron sentido al estar en ese lugar en ese momento. Fui niño otra vez.

Aunque esa sensación fue magnífica, no dejaba de sentir cansancio, justo en ese momento recordé a mi Viejo y su trabajo, el que nos llevó a Iquitos por una buena temporada.
Lo imagine ahí caminando con un grupo de compañeros, pero en vez de zapatillas, llevaba botas altas; en vez de short y polo especiales para el calor, un uniforme grueso y un casco; en vez de un camel bag, una mochila con provisiones para una semana, y un fusil.
A mi me faltaba una hora de camino, a él le faltaban 5 días.

Cuando necesité que mi cabeza me ayudara a terminar la Carrera, fueron justamente éstos recuerdos los que lograron  que la fuerza vuelva y al tanque que ya estaba en reserva le entre el nitro. De hecho saben a qué me refiero.

Para mi, mi viejo siempre fue Superman, y lo sigue siendo.  Ahora que tengo hijas por fin entiendo muchas cosas y me encantaría que ellas me vean a mi como yo veo a mi viejo, que lo que hago las motive en algún momento de sus vidas a no darse por vencidas. Sentiría que todo lo que hice valió la pena.

Los que tienen hijos deben entender y sentir un poco de ésto, y lo más probable es que sea una de las razones por las que a veces se nos sale una sonrisa cuando nos preguntan: ¿qué te motiva?.

Que inceíble lo que puede sentir y pensar uno en minutos o segundos, por eso me gusta tanto correr, porque estoy seguro que no hubiera podido sentir todo ésto si ese domingo me hubiera quedado sentado en mi casa viendo televisión en lugar de estar cruzando la selva, ARDIENDO.