Cuando estaba en el colegio tuve una época en que salía a correr
algunas vueltas al parque de mi casa, pero aún me costaba un poco porque la
verdad me aburría al rato.
Un día se me ocurrió llevar música y saqué mi walkman casetera con esos
audífonos de metal con 2 bolitas de esponja que a duras penas se aferraban a
las orejas, pero definitivamente la sensación era otra.
Arranqué escuchando uno de los primeros cassettes que me regalaron mis
papás, uno de Gun´s And Roses. Le di un millón de vueltas, jalaba todos los
bimestres inglés pero que rico me salían los coros de “Welcome to the Jungle”,
era ese el momento cuando trepaba la adrenalina y me faltaba poco para subir
árboles, en esa época era parte del vacilón.
Tiempo después a mi hermano le regalaron un discman y obviamente como
yo era el mayor, me lo apropié. Gracias a este aparato aprendí a correr sin dar
saltitos porque sino, se cortaba la canción o se pasaba al siguiente tema. Depurando
la técnica.
Otros deportes hicieron que me aleje del running y por suerte para
todos, del canto.
Tuvieron que pasar alrededor de 15 años para que “gracias” a una lesión
futbolística volviera a las pistas, me costó volver porque la lesión a la
rodilla demoró un poco en salir de mi cabeza, pero cuando agarramos vuelo, todo
cambió. Inmediatamente adquirí un mp3 y le metí todas las canciones que pude
encontrar, a la hora de entrenar era buenazo porque me tomaba mi tiempo
buscando una buena canción y me entretenía. En mi aparato tenía desde el
recordado Gun´s and Roses hasta Yola Polastri. Le metía todo el volumen hasta
entumecer las orejas, de verdad lo disfrutaba y me metía en mi mundo, una de
las cosas que más disfruto de correr.
Muchas veces la gente pensaba que me había vuelto un sobrado porque me
pasaban la voz, me gritaban y yo ni los miraba; la razón fue que había cambiado
los audífonos de esponja por los más pequeños que pude encontrar, llevando el
cable bajo el polo, si no te fijas bien, no te das cuenta que los llevo y por
eso una vez un amigo me lanzó una botella de plástico en la cabeza para que le
haga caso y a otro se le ocurrió pasar al lado mío en su carro y tratar de
bajarme el short… cada personaje.
Pero yo seguí corriendo, hasta que llegó mi primera competencia y me di
cuenta que necesitaba depurar un poco mi música. Tengo que admitir que esa
canción de Luis Miguel en mi mp3 pudo volverme loco en el km 15 de la media maratón de Lima, mi primera carrera.
Pero cuando comenzó a sonar un tremendo tema de ACDC en los últimos kilómetros
empecé a correr como loco, me metí un tiempazo y no paré más en este deporte.
Tampoco volví a escuchar a Luis Miguel .
De las 500 canciones en mi mp3 quedaron 20, bien seleccionadas y
exactas para cada tipo de entrenamiento, paso easy, tempo, cambios, fondo y un
poco para la locura. Aunque una vez, preparándome para una 10k, me pegué con
una canción y durante 2 meses sólo corría con ese tema. El día de la
competencia tenía esa canción y nada más. Me metí un carretón, hice mejor
tiempo del que tenía planeado pero le tuve que decir adiós a otro artista más.
Así pasaron muchos grupos, canciones y carreras, pero poco a poco
comencé a dejar la música. Entrenar con amigos, con otra gente, en otros lugares
que comenzaron a cambiar un poco mi forma de correr. Aún le pongo música a mis
entrenamientos y a algunas carreras, pero el día que
corrí 80km sólo con mi cabeza, descubrí que también es divertido correr conmigo.