Iquitos, Marzo
de 1986, tarde de lluvia, truenos y relámpagos. Mis papás no me dejaban salir a
jugar por la lluvia, entonces traje a mis amigos a la casa. Canchita, gaseosa,
chocolates y ROCKY I.
Tal vez haya
sido una de las películas que más haya influido en mi infancia, y la cual
podría ver cada cierto tiempo sin aburrirme. Cada vez le saco algo nuevo.
Momento clave,
Rocky entrenando para la pelea, sin recursos, pateando vacas en la carnicería
del cuñado, peleando o saltando soga en el gimnasio del barrio y por supuesto
la mítica corrida con trepada de escalera y saltito ganador brazos arriba.
Imposible
olvidar ni dejar de sentir la adrenalina que esas escenas causaban en mí,
Luego llega la
pelea, Rocky pierde, queda medio desfigurado pero gana el respeto de todos.
Al terminar la
película, mis amigos y yo quedamos en silencio por un momento, nos miramos y
dijimos “Vamos a correr”!!!
Obviamente
seguía lloviendo, ya había oscurecido y no nos
iban a dejar salir pero quedamos en encontrarnos por la mañana.
Emocionado fui a mi cuarto a sacar la ropa para correr, las zapatillas y a la
cama (con la ropa puesta), la emoción no me dejaba dormir pero al fin caí.
Por la mañana,
muy temprano ya estaba parado en la cocina listo para preparar mi desayuno, pero
después de ver Rocky I no podía tomar un desayuno normal, tenía que meterle su
buena dosis de “Huevos crudos”, sino no iba a estar completamente listo para el
entrenamiento.
En ese momento
tenía entre 6 y 7 años y con mis grupo
de amigos parecíamos más un grupo de pirañas, era muy divertido.
A la hora
pactada nos encontramos en la puerta de mi casa aun con la emoción. Mis papás
miraban por la ventana y no podían evitar reír un poco, de hecho cada vez que
recuerdo esa escena no puedo evitar sonreír.
Empezamos con un
poco de estiramiento, 2 planchas, 10 abdominales, saltito por aquí, saltito por
allá, pique corto y a correr!
La verdad,
habrán sido entre 8 a 10 cuadras bien corridas respirando por la boca, a la
mayoría nos vino un hincón al lado del estómago y nuestras caras ya nos se
veían tan motivadas. Se supone que íbamos a correr un poco más pero hasta ahí
duró la emoción. ¿Quién saca la pelota?, se acabo el running por un buen tiempo pero como primera
experiencia fue muy divertida.
Ahora con toda
la tecnología, vemos videos motivadores, gente contando sus experiencias y
competencias en tiempo real, pero Rocky I sigue siendo un buen pretexto para
recargar energías, siempre.
Hasta el día de
hoy no volví a desayunar huevo crudo, de hecho corro unas cuantas cuadras más,
pero cada vez que me junto con los amigos a entrenar por la mañana, siento aun
esa sensación que motiva. Eso es lo bonito de este deporte, también.